NTSB insta a restricciones de helicópteros tras colisión aérea en el Aeropuerto Ronald Reagan
NTSB recomienda restricciones permanentes a vuelos de helicópteros cerca del Aeropuerto Nacional Ronald Reagan tras colisión.

El 29 de enero de 2025, a las 20:47 hora local, una tragedia sacudió el espacio aéreo de Washington D.C. cuando un Bombardier CRJ700 de American Airlines (operado por PSA Airlines) colisionó en pleno vuelo con un helicóptero Sikorsky UH-60 Black Hawk del Ejército de los Estados Unidos. Ambas aeronaves se precipitaron al río Potomac, resultando en la pérdida total de las 67 personas a bordo: 60 pasajeros y 4 tripulantes del avión, además de los 3 miembros de la tripulación del helicóptero.
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Contexto del accidente
El vuelo 5342 de American Eagle, operado por PSA Airlines, se aproximaba al Aeropuerto Nacional Ronald Reagan procedente de Wichita, Kansas. Simultáneamente, el helicóptero Black Hawk realizaba un vuelo de entrenamiento nocturno desde el aeródromo militar de Davison en Virginia. La colisión ocurrió a aproximadamente medio kilómetro de la pista 33 del aeropuerto, en una zona reconocida por su complejidad y densidad de tráfico aéreo.
El espacio aéreo alrededor del Aeropuerto Nacional Ronald Reagan es uno de los más complejos y monitoreados del mundo, restringido en ambos lados del río Potomac para proteger edificios gubernamentales en Washington D.C. A pesar de los esfuerzos por reducir su congestión, el Congreso aprobó más vuelos en 2024, lo que aumentó la complejidad del tráfico aéreo en la región.
Investigación y hallazgos preliminares
La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB) inició una investigación exhaustiva del accidente. El informe preliminar, publicado el 11 de marzo de 2025, reveló datos alarmantes: entre octubre de 2021 y diciembre de 2024, se registraron más de 15,000 incidentes de “casi colisión” entre helicópteros y aviones comerciales en las proximidades del Aeropuerto Nacional Ronald Reagan. Muchos de estos incidentes involucraron helicópteros que excedieron sus restricciones de altitud, especialmente durante operaciones nocturnas.
El análisis de los datos de vuelo indicó que, en el momento de la colisión, el helicóptero volaba a una altitud de 300 pies, superando el límite máximo permitido de 200 pies en esa área. Por su parte, el avión se encontraba a 325 pies durante su aproximación final. Además, se identificaron discrepancias en las lecturas de altitud registradas por la tripulación del helicóptero, lo que pudo haber contribuido al accidente.
En su informe de recomendación urgente de 10 páginas, la NTSB dijo que los helicópteros que transitan por el corredor de helicópteros de la Ruta 4 a la altitud máxima autorizada de 200 pies podrían tener solo unos 75 pies de separación vertical de un avión en aproximación de aterrizaje a la pista 33. La NTSB dijo que la falta de separación era insuficiente y que la separación vertical podría ser potencialmente incluso menor a 75 pies dependiendo de la distancia lateral del helicóptero desde la costa del río Potomac o si un avión que se aproximaba estaba por debajo de la trayectoria de planeo visual designada a la pista 33.
Recomendaciones y medidas adoptadas
Ante la gravedad de los hallazgos, la NTSB emitió una recomendación urgente para que la Administración Federal de Aviación (FAA) implemente restricciones permanentes a las operaciones de helicópteros cerca del Aeropuerto Nacional Ronald Reagan, especialmente cuando las pistas 1 y 33 estén en uso simultáneamente. Estas restricciones buscan mitigar el “riesgo intolerable” de futuras colisiones en una zona con alta concentración de tráfico aéreo.
El Secretario de Transporte, Sean Duffy, expresó su intención de adoptar las recomendaciones de la NTSB, permitiendo excepciones únicamente para vuelos presidenciales y misiones de salvamento. Además, la FAA planea utilizar inteligencia artificial para investigar riesgos potenciales en otros aeropuertos y revisar las rutas de helicópteros para evitar conflictos con vuelos comerciales.

Implicaciones para la seguridad aérea
Este trágico incidente, el más mortífero en la aviación estadounidense en casi un cuarto de siglo, ha puesto de manifiesto la necesidad urgente de revisar y reforzar las regulaciones del espacio aéreo. La implementación de restricciones más estrictas y el uso de tecnologías avanzadas en la gestión del tráfico aéreo son pasos cruciales para garantizar la seguridad de las operaciones aéreas en entornos complejos y congestionados.